Desde la niñez hasta el fin de mis días. Morado.

Era una infame noche del año 1988 cuando el club de Futbol aleman VFB Stuttgart que visitaba tierras costarricenses para foguearse con clubes de Costa Rica, jugó un partido amistoso con el Deportivo Saprissa.

Lo único que logro recordar es que de repente el Stuttgart hacía un gol tras otro y otro... y otro...

La goleada terminó 5-0 a favor de los alemanes y a mis 7 años y unos meses cumplidos, sin saber un carajo de futbol, más que lo que sabe un mocoso de esas edades, sentí un nudo en la garganta y los ojos llorosos y dejé de ver ése partido ante la burla y risas de mi hermano mayor y mi progenitor quien muy poco tiempo compartió conmigo en mi infancia en los momentos en que él llegaba la casa.

Ésa noche fue más que un simple disgusto de niñez por que mi equipo perdía desastrosamente un partido.

Fue el despertar de un sentimiento genuino de amor en mi etapa de niñez para el que sería mi equipo de futbol para el resto de mi vida.

Desde aquel entonces, apoyo al mostro morado... en las buenas, las malas y las peores. Más incluso que a la selección nacional.

He sido, soy y seré siempre morado.





 


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